Archivo de la categoría: Fotografía

En el país de “la gente del agua”

El periodista Robert Max Steenkist junto a un grupo de expedicionarios exploran el río Vaupés en el sureste colombiano para conocer a los indígenas wanano.

Durante cinco días un grupo de nueve expedicionarios bogotanos remontamos el río Vaupés hasta la población de Taina en el sureste colombiano para compartir tiempo y actividades con los indígenas wananos o guananos.

Los indígenas wanano son una comunidad de aproximadamente 1.000 habitantes dispersos en poblados como Santa Cruz, Villa Fátima, Macucú, Naná, Yapita y Carurú, a lo largo de la frontera del departamento del Vaupés con Brasil.

Se llaman a sí mismos “Gente del agua”. Su vida gira en torno al río. Son expertos en pesca, que ejecutan usando los cacurís, o trampas para peces que instalan en las cachiberas o los raudales. Viajan preferiblemente en canoas por el sinfín de rutas acuíferas que existen en la zona del Vaupés. Creen que sus antepasados míticos subieron por el río Vaupés en la Canoa Ancestral (también conocida como Pahmoni Busoca) o Canoa Anaconda (Pinoso Busoca) hasta el raudal de Santa Cruz, en donde nosotros comenzamos nuestro recorrido.

Las canoas siguen siendo el principal método de transporte en el Vaupés / Busoca hiro andita ho andita nasone harmare Vaupes. / Robert Max Steenkist

Los primeros humanos que llegaron a Santa Cruz tallaron jeroglíficos en la roca, que aún pueden verse hoy. Ninguno de nuestros acompañantes pudo decirnos con certeza qué noticias traían estos enigmáticos dibujos desde la espesura del pasado.

Los ríos y la memoria / Diare há wacuati / Robert Max Steenkist

Para los wananos existen tres verdades eternas: el agua, la roca y el humo. La primera de ellas es la más potente, cruel y generosa de las tres. El río, como casa de ésta, es la entidad que los protege, los limpia, le otorga la movilidad y el alimento. También se presenta como un poder sin misericordia cuando el invierno llega o cuando se comete alguna imprudencia sobre un raudal.

Al contrario de muchas etnias, los wanano no se consideran superiores a otras etnias o grupos de humanos. Saben, por ejemplo, que la Gente de la Roca (Taa Masa) fue creada por el trueno mucho antes de que ellos estuvieran en los planes de la creación. Por eso, tal vez, preservan un tono respetuoso en la relación que tejen con cerros como el Yavaraté.

Siempre hay un cerro más alto / Padu testua mera yududu hica / Robert Max Steenkist

Los wanano tampoco están de acuerdo con aquellos que creen que a este mundo se viene a sufrir. Motivos para celebrar abundan en el Vaupés: la finalización de la construcción de una maloca, la llegada de algún esperado, la tirada de una nueva canoa al agua, la recolección de una cosecha, una pesca abundante. Para cada acontecimiento se preparan litros de chicha (elaborada de yuca dulce) para todos los adultos. Se ofrece quiñapira (una especie de hogao con pescado, ají, hojas de carurú e incluso hormigas manibara) y casabe, el cual puede ser a base de yuca exprimida en matafrío, en forma de torta, con almidón (ideal para viajes, pues se preserva largo tiempo), entre otros. Ese banquete se acompaña con yaquitaña (ají en polvo) y fariña (gránulos de yuca). La abundancia de platos varía de acuerdo a las temporadas de pesca o caza, pero, sin importar la época del año, los guananos tienen antídotos en contra del cansancio y el hambre del viajero.

Las mujeres y los niños también gozan / Munia hayoo macaraca cu wachera / Robert Max Steenkist

“En raras ocasiones organizamos homenajes a nuestros visitantes”, asegura Gustavo, el capitán de Taina, la comunidad más apartada que visitamos. Un mambucury es una celebración en homenaje a alguien que llega de visita.

La flauta y la corona se ponen en las celebraciones / Turiro hayoa carrizo busenumurire putire / Robert Max Steenkist

Los techos habían sido decorados con cadenas de papeles y en dos tableros de la Maloca, los habitantes de Taina nos daban la bienvenida: “Sean bienvenidos Tomas y sus amigos del trabajo” decía una de ellas; “Tomas y sus compañeros: que ésta no sea la última visita, síganos visitando. Gracias”.

De esta manera sencilla, transparente y sin pretensiones llegamos al momento más emocionante de nuestra expedición. Faltaría aún ascender a cerros espectaculares, en donde las guacamayas son dueñas y señoras de las alturas de piedra, y sobrepasar peligrosos ríos raudales. Quedaría mucho más por descubrir en esta región selvática y cautivante, pero el encuentro con la Gente del Agua sería sin duda la mejor puerta de entrada a la riqueza cultural y natural del Vaupés.

Robert MaxRobert Max Steenkist (Bogotá, 1982) estudió literatura en la Universidad de los Andes de Bogotá y completó una maestría en estudios editoriales en la Universidad de Leiden. Trabajó en el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC/UNESCO) y fue profesor de la Universidad de los Andes. Actualmente divide su tiempo entre el Colegio José Max León, la agencia de fotografía FotoMUST, la agencia de viajes de turismo sostenible BogaTravel y la fundación Bogotham Arte y Cooperación. También trabaja para la Ópera de Colombia y el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Ha publicado los libros Caja de piedras (cuentos, 2001) y Las excusas de desterrado (poesía, 2006). Su trabajo ha sido publicado en Alemania, Colombia, España, Grecia, Holanda, México, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. Vive en Bogotá con su esposa Carolina y su perro Patán.

The Thrill and the Wait: Part II

Photographer Jaime Carrero has been documenting the life and craft of cowboys in East Texas. This is the second installment of his work at the Jacksonville Rodeo.

By Jaime Carrero

The United States is founded on a series of myths: the Mayflower, The Westward Expansion, Manifest Destiny, rugged individualism, Justice, God, The Alamo and the world’s melting pot. Nowhere are these myths more admired and adopted than in Texas which is itself a place of mythical importance in the U.S.

I was drawn to photograph cowboys because they personify many of the myths that are part of the American experience. Being a cowboy is being part of a community, living a way of life that is not only anachronistic but also enduring as part of the American self-perception. John Wayne, Tom Mix, the novels of Cormac McCarthy and Larry McMurtry are paeans to this myth.

Cowboys are for the most part quiet, very conservative, God-fearing, lovers of the great outdoors, believers in strong family ties, tradition and slow to trust non-cowboys. They live by a code and attempt to keep a legacy from generation to generation.

The images shown in this essay are the result of my third year photographing the Jacksonville Rodeo in East Texas. The sense of community in these events and the acceptance of all cowboys regardless of ethnicity or nationality as part of a larger family is palpable. And this is not a myth.

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Jaime CarreroJaime R. Carrero is an independent editorial photographer based in the Dallas-Fort Worth area of Texas. His work has been published by The Associated Press, The New York Times, The Wall Street Journal, Los Angeles Times and Dallas Morning News among other news outlets. He is represented by Zuma Press. To see more of his work, visit www.jaimecarrero.com.

Cada día es un nuevo día

El fotógrafo Gabriel Mieles retrata la jornada de pesca en un pequeño pueblo de la costa del Pacífico ecuatoriano.

El día empieza temprano en Las Piñas, cuando el sol apenas roza el horizonte. Las diligentes redes se aprestan a recoger los peces que habrán de llegar a los mercados. Los hombres cargan sus herramientas, su almuerzo, algunas bendiciones, y se embarcan mar adentro con la esperanza de volver salvos, y cargados de aquellos tesoros escamados que ofrecen las profundidades. Mientras se alejan bamboleando sus barcas entre las olas, sus familias quedan a la espera del retorno, tejiendo más redes, afilando cuchillos y lavando contenedores. Pero, ¿cómo es la jornada del pescador?, ¿cuál es el tiempo que regula la espera en alta mar?, ¿qué se vive en la inmensa soledad?. En la gran novela El viejo y el mar de Ernest Hemingway, una línea describe poéticamente la diaria jornada del pescador: «Cada día es un nuevo día. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto.» El mar se abre, seduce, se ofrece; calmo, misterioso, a veces furioso, entrega sus frutos con cautela, a veces con generosidad. Terminada la jornada, devuelve a los hombres a la playa, mientras ellos gratos, en el silencio del regreso, ofrecen oraciones y comparten la jornada.

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foto1.GabrielMielesGuzmánGabriel Mieles Guzmán (Guayaquil, Ecuador). Fotógrafo. Estudió en la escuela de comunicación Mónica Herrera en Guayaquil. Tomó cursos de iluminación con Federico Zampaglione en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado en varios medios de comunicación impresos y digitales. Actualmente trabaja como fotógrafo freelance. Para ver más de su trabajo, visite gabrielmielesguzman.tumblr.com
Datos de contacto:  gabrielmielesg@gmail.com

Ferrocarriles Argentinos: Ocaso y renacimiento

Edificios carcomidos, trenes oxidados y talleres en desuso son los recordatorios de la otrora próspera industria ferroviaria argentina. Hoy estos cadáveres arquitectónicos están adquiriendo una nueva vida marcada de posibilidades y desafíos. En este ensayo, el fotógrafo y arquitecto Remi Bouquet narra con imágenes el accidentado camino que recorre el ferrocarril hacia la resurrección de estos tesoros arquitectónicos.

por Remi Bouquet

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Las ruinas del tren, las estaciones abandonadas y la historia que yace en los escombros de estos cuerpos de metal y concreto han captado, instintiva e inexplicablemente, mi mirada. Como fotógrafo y arquitecto, esta fascinación puede deberse a mi interés por documentar el paso del tiempo en las arquitecturas. El tiempo afecta inexorablemente las construcciones humanas convirtiéndolas muchas veces en edificaciones decadentes presas del olvido.
Pero más allá de esta curiosidad estética, mi interés tiene un trasfondo personal y emotivo: mi abuelo Antonio fue maquinista ferroviario y mi ciudad, Santa Fe, ubicada en la región centro-este de Argentina, acunó durante décadas una próspera industria ferroviaria que con el paso de los años y los avatares políticos decayó. La desaparición de los ferrocarriles no sólo dejó un hoyo en la economía nacional sino también en la memoria colectiva de los ciudadanos, pues su importancia se extendía más allá de su función de sistema de transporte.

Mi abuelo Antonio, quien como sus ocho hermanos era conductor de trenes, conoció la geografía argentina conduciendo ferrocarriles. Sus relatos acerca de su vida sobre los rieles aún resuenan en mi memoria: el levantarse a las 4 de la madrugada cuando el “llamador” le golpeaba la ventana del dormitorio de su casa para tomar servicio, las comidas que cocinaba viajando durante días fuera de su casa, las amistades que se forjaron en “la línea”.

Y es que en su tiempo la sociedad ferroviaria en Argentina gozaba de gran prestigio. Cuando a mediados del siglo XX, la dirección de los ferrocarriles argentinos pasó de manos inglesas al estado argentino, la industria ferroviaria gozó de una época de oro en la que fue una importante herramienta de desarrollo de la economía nacional. Una arteria vital del país que contaba con 50,000 kilómetros de vías, el ferrocarril fomentó la generación de pueblos y ciudades, la creación de industrias donde se fabricaban las partes de las locomotoras desde tornillos hasta coches de tren, y con ello produciendo una vasta vida social en torno al ferrocarril.

Sin embargo, el auge de la industria ferroviaria empezó a decaer durante la presidencia de Arturo Frondizi (1958-1962) cuando se instalaron las empresas multinacionales de automóviles y camiones y la construcción de carreteras. Desde ese entonces el ferrocarril se vio encaminado hacia la extinción: con el paso de los años y los gobiernos, miles de locomotoras fueron desarmadas, los edificios abandonados, las personas desempleadas y los pueblos nacidos a la vera del ferrocarril devastados.

En la década de los noventa, debido a políticas neoliberales, los ferrocarriles argentinos fueron privatizados y traspasados a empresas que poco a poco fueron desapareciendo, dejando tras su paso 85,000 trabajadores ferroviarios sin empleos, 800 pueblos incomunicados y un millón de emigrantes que tomaron rumbo hacia las capitales argentinas y abandonaron pueblos y ciudades del interior.

Testigos, y víctimas, de esta decadencia son los talleres vacíos, los edificios en desuso, los cadáveres de trenes desparramados a lo largo de las vías férreas, oxidándose a la intemperie — un vivo recordatorio de la herida creada en ciudades como Santa Fe —. A diferencia de muchas otras poblaciones que desvanecieron, Santa Fe ha sobrevivido el cierre del ferrocarril y está tratando de dar nueva vida y nuevas significaciones a estas cicatrices arquitectónicas. Hoy, muchos de estos cadavéricos edificios, como el Molino Marconetti, la Estación Nacional General Belgrano y el antiguo taller ferroviario La Redonda, están siendo recuperados no con la función que les dio origen sino como centros culturales que albergan obras de arte contemporáneo, y espectáculos de música y danza.

Este ensayo fotográfico — realizado entre 2009 y 2013 y que retrata edificios ferroviarios abandonados, trenes en ruinas y el inicio de una nueva época — explora los conceptos de la memoria, el paso del tiempo manifestado en las arquitecturas y la inquietud por vencer el apego ante los cambios que el tiempo impone. En las ruinas y en los gestos por darles vida nueva, surgen nuevos tiempos que no sólo presentan la posibilidad de nuevas apropiaciones y re-significaciones, sino que también reflejan los desafíos y falencias de las autoridades y entidades en su labor de recuperar y renovar estos tesoros arquitectónicos.

Remi Bouquet

Remi_0822_4Remi Bouquet es arquitecto urbanista y reportero gráfico de Santa Fe, Argentina. Su afición por la fotografía nació hace siete años. Su interés se centra en capturar un momento en tiempo y espacio, retratando su propia naturaleza, su belleza intrínseca, su alma, poniendo en evidencia una de las tantas realidades posibles, como así también exponer el valor estético propio del objeto fotografiado y de la imagen.

Catalina Carrasco y su laboratorio creativo

La artista ecuatoriana consigue el balance estético entre lo variable y lo volátil de las emociones.

por Bartolomé de la Paz

[easy-media med=»2470″ size=»300,300″ align=»right» mark=»gallery-dm52xg»] La cruzada creativa de Catalina Carrasco contiene propuestas que logran una mimesis de medios y técnicas en cada uno de sus ensamblajes. Su taller es un “laboratorio de multi-facturas artísticas”, un exigente espacio de praxis artística y labor creativa. Su oficio, de casi tres décadas, le ha permitido la profunda y libre investigación de medios y soportes de una manera  irreverente, exigiéndole y al mismo tiempo guiándole hacia el manejo óptimo de recursos plásticos que se superan a sí mismos con el avance de los nuevos medios que ofrece el mercado. La artista lo define como “retro-alimentación”. Su Arte consigue el balance estético entre lo variable y volátil de las emociones con lo estático y dosificado de lo matérico. Cuando el artista ya no es sorprendido por los efectos o filtros de un cierto programa digital o esclavo de un talismán del mercado para plasmar sus obras, es cuando toma las riendas con entera libertad, siendo el amo de la bandeja virtual y los medios plásticos y técnicas, en un proceso de creación que traspasa las barreras de la óptica común. Éste es el caso de Catalina Carrasco.

Catalina Carrasco

Foto Perfil C. Carrasco(1968, Cuenca, Ecuador) tiene una licenciatura en artes visuales de la Universidad de Cuenca y ha sido becada por la Pacific Art League of Palo Alto, California y la Universidad de Stanford. Ha sido profesora en la Facultad de Artes Visuales en la Universidad de Cuenca. También ha incursionado en la fotografía artística y manipulación digital. Ha participado en 120 exposiciones tanto en Ecuador como en México, Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa. Para conocer más sobre la artista, cuyo taller se encuentra en San Agustín, Azuay, visite su sitio Web: www.catalinacarrasco.com. También puede contactar a la artista por correo electrónico: katacarrasco@gmail.com

‘Sudarios’: Documento de muerte, conmemoración de vida.

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Érika Diettes retrata la huella de la violencia en los rostros de los sobrevivientes.

Por Christian Padilla

NOTA DEL EDITOR: Las fotos incluidas en esta colección forman parte de una muestra de 20 fotografías impresas en lienzo titulada “Sudarios”. Las fotografías han sido exhibidas en museos y centros culturales en Latinoamérica y Estados Unidos.

Un rostro siempre refleja en sus rasgos lo que su voz quiere ocultar. La expresión de un gesto puede ser inconsciente, pero de la voluntad de callar sólo es dueño el que posee el secreto.

En ese sentido un retrato podría ser más diciente que un testimonio, especialmente cuando lo que se calla nos protege de escuchar lo agresivo de un relato y crear en nuestra mente las imágenes más escalofriantes. El lenguaje del silencio se hace acá más elocuente.

En sus últimos trabajos, Érika Diettes inició un grupo de retratos que partían de sus series anteriores: testigos de asesinatos y masacres en poblaciones atacadas por la violencia de grupos armados. Mientras la artista captura la imagen, los personajes confiesan los traumas vividos. La cámara es obturada en el momento más álgido de sus narraciones; las historias más macabras e irreales que una persona podría vivir (y sobrevivir para contar) ponen de manifiesto que el descanso de los muertos es una dicha de la que los sobrevivientes no gozan.

La imagen perdurará para siempre en el recuerdo de los vivos, como un incesante regreso al momento más doloroso. Esas huellas permanecerán en sus rostros como cicatrices, delatándolos en esa melancolía que les queda grabada. Sobrevivir es cargar con un peso de por vida, una tortura cada día; tal vez sean bienaventurados los que se van sin guardar esos recuerdos.

Los retratados parecen desnudarse para la artista, de manera literal y figurada. Abren
su corazón para compartir el duelo, contando las masacres que sucedieron ante sus ojos, cuando vieron por última vez con vida a sus seres queridos. También su piel está expuesta, mostrándonos sin vergüenza su humanidad como un ser anónimo, como cualquier otro que cuenta su historia más triste sin pena de haberla vivido así.

Cuando estas fotografías (que evocan a la muerte sutilmente) se fijan a la tela, la remembranza a, y semejanza con, las reliquias cristianas es instantánea. En ellas se perpetuaban los últimos gestos de los mártires, como un retrato póstumo que aún guardaba el último suspiro. Las telas se impregnan del llanto, de la sangre y del sudor, dejando en ellas una imagen final que perdura en el lienzo como documento de la muerte y conmemoración de su vida.

Diettes busca con estos retratos darle espacio de duelo al sobreviviente, sin olvidar al difunto. La artista se interna en los pueblos afectados y entabla diálogos con los sobrevivientes, conversaciones que rememoran eventos de violencia en los cuales se han asesinado a personas cercanas. Los viajes se repiten constantemente y el diálogo frecuente da paso a un proceso de sanación para los sobrevivientes a la vez que sus testimonios reconstruyen la memoria colectiva de una sociedad.

Escuchar sus historias y recordar esos mártires es ayudar en su entierro. Las telas nos sugieren una solemnidad y respeto que no podrían ser reflejados en una imagen fotográfica enmarcada en la pared, tal vez porque los dolientes, al ser retratados sobre un sudario, se identifican con la agonía de Cristo. Sus ojos capturaron el último instante de vida de alguien, y el lienzo conserva en esa mirada el recuerdo y el presente. Se trata de una imagen donde muerte y vida, ilusión y desesperanza quedan registradas ante el lente de una artista que ha venido plasmando en su obra una reflexión en torno a la muerte en Colombia y el lugar que ocupa el hombre y la mujer que tiene que sobrevivirla.

Christian Padilla es un historiador de arte.

Érika Diettes

Erika DiettesÉrika Diettes es una artista visual que trabaja y reside en Bogotá. Su obra ha privilegiado la fotografía, explorando las problemáticas de la memoria, el dolor, la ausencia y la muerte. Su producción fotográfica y ensayística ha sido publicada en varios libros, periódicos y revistas. Asimismo, su obra está representada en importantes colecciones públicas y privadas, y se ha expuesto en museos y centros culturales en Colombia, Chile, Argentina, México y Estados Unidos. Las fotografías de Diettes se han expuesto también en otros espacios relacionados con procesos de memoria desarrollados por diferentes movimientos de víctimas en Colombia.
El sitio web de la artista es erikadiettes.com

Un orden

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La fotógrafa colombiana Margarita Jaime encuadra el caos de las ciudades.

Las ciudades son esas enormes construcciones cuyas formas (llenas de figuras, cuadrados, rectángulos y líneas) construyen paisajes que se contemplan desde calles, ventanas, entradas, puertas y terrazas.

Las ciudades son el producto del conocimiento de quienes idearon sus formas (los arquitectos e ingenieros), de quienes las viven (los habitantes y los transeúntes) y del tiempo que las provee de nuevas texturas y colores.

Estas fotografías, tomadas en distintas localidades de Perú y Brasil, son intentos por dar un nuevo orden, por captar entre millones de construcciones composiciones de color y encuadramientos de esa vorágine de formas. Son, en fin, un intento por capturar y encerrar ese caos en el orden de la fotografía.

Margarita Jaime

Margarita JaimeMargarita Jaime es una artista colombiana en cuyos trabajos, en su mayoría experimentales, se cuestiona sobre el devenir del cuerpo, sus formas y sin formas. Graduada de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia), Jaime ha trabajado en dirección de arte, pintura, textil experimental, fotografía, ilustración y animación. Ha participado en varias exposiciones, entre ellas: El Proyecto Internacional de Arte para las Escuelas de UNILEVER (2004), La Exposición de Artes de la USP (2011), El Círculo de la Moda de Bogotá (2012) y El Festival Yavería – Lo que hay que ver (2012). Para ver una colección de sus trabajos, visite http://www.flickr.com/photos/margaritajaime.

The Wait and the Thrill

The Wait and the Thrill


Photographer Jaime Carrero has been documenting the life and craft of cowboys in East Texas. These images, taken during the summer of 2011 at the Jacksonville Rodeo, are part of a larger body of work on Texas cowboys.

Jaime Carrero

Jaime R. Carrero is an independent editorial photographer based in the Dallas-Fort Worth area of Texas. His work has been published by The Associated Press, The New York Times, The Wall Street Journal, Los Angeles Times and Dallas Morning News among other news outlets. He is represented by Zuma Press. To see more of his work, visit  www.jaimecarrero.com