Caos y creación

Frente a la crisis, el arte nos permite imaginar lo inimaginable.

por Suan Pineda
Entremares Magazine

El pasado otoño, por coincidencia o providencia (¿no son al final lo mismo?), volví a Madrid con el pretexto de trabajar en algunas de las entregas de esta edición de Entremares Magazine. En el fondo y en realidad, iba con la intención de encontrar cierto confort de lo familiar y buscar restauración en una ciudad siempre amada pero perpetua y subterráneamente extraña. A pesar de la crisis, la ciudad seguía palpitando igual para mi sensibilidad y posición de visitante. El barullo de los restaurantes y bares durante las noches largas y las calles siempre vivas y atiborradas de humanidad servían de espejismo para creer que Madrid era la misma que había dejado. Pero un parpadear para aclarar la vista permitía ver y sentir que algo había cambiado profundamente. Madrid, del hoy distinto e incierto mañana. Atenuada, desacelerada, ardiente.

La Puerta del Sol, que hace un par de años albergó a miles de manifestantes que reclamaban un cambio en las esferas política, social y económica de España, había vuelto a su estado habitual: vendedores ambulantes, turistas deambulantes, futuro escurridizo. La calma después de la tormenta o una tempestad que arde bajo el espejismo de la rutina, que de alguna manera era reflejo y premonición de crisis íntimas y personales, colectivas y específicas.

Este número de Entremares Magazine surge de la crisis — que nos rodea, que nos asalta, que enfrentamos.

Dentro, durante y después del caos, hay creación. Las crisis — externas e interiores — catalizan la creatividad, que surge como avenida no sólo de escape sino también de búsqueda de una alternativa mejor. Así lo afirma la decana de la facultad de arte de New York University, Mary Schmidt Campbell, quien dice que el papel del arte en tiempos de crisis es vital porque nos permite imaginar lo inimaginable. En otras palabras, el arte nos permite soñar y articular lo indecible en espacios y posibilidades ortodoxos. Éste ha sido el hilo conductor que ha surgido orgánicamente durante la elaboración de este número de la revista. Nuestras entregas — desde entrevistas y ensayos hasta poemas y pinturas — se han generado en torno a estados de crisis. El máximo exponente de lo anterior es la obra teatral “Perdidos en Nunca Jamás”, a cuya directora, Lucía Miranda, entrevistamos.

Es desde el escenario de la crisis española donde Miranda ha creado “Perdidos en Nunca Jamás”, una obra que el diario El País ha denominado como “el espectáculo de una generación”. Y es que “Perdidos”, que utiliza el marco de la historia de Peter Pan, es la primera obra teatral que trata de frente una de las secuelas más dolorosas de la crisis española: la creación de una generación perdida de jóvenes con alta formación que languidecen en el desempleo o se tienen que marchar del país. “Peter Pan sí quiere crecer, lo intenta y vuelve a casa pero cuando vuelve su madre le ha cerrado la ventana y se encuentra a otro niño en su lugar. Yo sentía que a mí España me había cerrado la ventana”, nos cuenta Miranda.

Por otro lado, el arte de la comedia y el humor blanco sirve de escaparate en lugares y poblaciones devastados por los conflictos armados. En el ensayo “La revolución de la alegría”, el fotógrafo español Samuel Rodríguez documenta la labor de la organización Payasos Sin Fronteras en los campos de refugiados sirios y palestinos en Jordania y Líbano. En las imágenes de Rodríguez, las sonrisas que brotan en medio de la desolación reafirman el poder redentor del arte.

Y es que, simplemente, el arte da esperanza. Nos lo demuestran en variadas formas nuestros colaboradores. Desde un espacio interior e íntimo, la crisis propulsó al artista Troy Henriksen a cambiar de oficio (de pescador a pintor), de vida (de las drogas a la paz interior) y de país (de Estados Unidos a Francia). De los vestigios del huracán Katrina el artista John K. Lawson construye sus obras que apelan al alma del sur profundo de los Estados Unidos. Las secuelas de las vicisitudes políticas se expresan en la crisis identitaria perfilada en los textos de los poetas Adalber Salas, de Venezuela, y Marcelo Morales, de Cuba. Del trauma de la conquista española el director Miguel Alvear se aproxima a la crisis/construcción de la identidad latinoamericana en el corto “De como se daban poco estos indios de haber mujeres vírgenes y de como usaban el nefando pecado de la sodomía”. Y desde una plataforma menos artística pero sin restar peso, la crónica del escritor y periodista Róger Lindo documenta el inicio de una nueva era en El Salvador.

Por otro lado, el arte nos permite ver las fallas de los sistemas en que habitamos. “Pequeñas mujercitas”, el cuento de la escritora ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, revela la opresión del sistema patriarcal no sólo sobre las mujeres sino también contra los mismos hombres. “La lección” del ecuatoriano Juan Pablo Castro Rodas, con un aire reminiscente al cuento “Un señor muy viejo con unas alas enormes” de García Márquez, retrata una sociedad en que lo distinto se condena.

¿Qué hacer cuando nuestro entorno o nuestro centro se derrumba? ¿Crear espejismos? ¿Crear artificios? Sí, para imaginar, soñar y proponer mundos mejores. Pero más que nada, como nos cuenta Miranda, para resistir, perseverar y volver — distinto pero certero — después de la tormenta.  “Hay que resistir, hay que estar en los escenarios… hay que estar con el público para que cuando esto pase seguir estando”.