Terral y Siega

Una selección del poeta colombiano Felipe García Quintero

Nota del Editor

De Terral (2013) Premio Nacional de Poesía “Eduardo Cote Lamus”.

Poemas

  1. La Vaca
  2. La Tarde
  3. Al Sol
  4. RES
  5. La Cabra
  6. Con amor de piedra

LA VACA

Bosteza la vaca de ojos mansos.
La hierba cómo abriga.

Sobre su lomo latente la garza
camina y camina.

El silencio cuánto espera
si en la tarde se detiene el viento del sueño
y las nubes se espabilan.

El sol de mis cenizas abraza el sosiego.

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LA TARDE

Rigor del aire la montaña erguida de la tarde; la espina en la mano solitaria es la distancia.
Así por siempre la desnudez del cielo, con la piedra, su vigilia y voz lejanas, quedan como pasos de otras tantas ramas.
Ante el muro arde la blanca línea del paisaje.
Tan próxima la flor del latido que oculta la hierba del aliento reverdece.
Rostro de la sombra es también la mirada, el goteo incierto de la luz exacta.
Ya en el corazón del latido asomará la mañana.

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AL SOL

Pocas letras tiene el cuerpo a su lado
para decir la luz de todo lo mirado.

Cuánto olvido en la mano se inclina
si callada en la noche la sombra camina.

Como el árbol sin ser más visto crece
por siempre en lo que ahora perece.

La flor que aún no brota del aliento
es agua que todavía no bebe el viento.

La mañana libre y solitaria clama
a la hierba el leño del sol en su rama.

Mar del aire y en el cielo empezando a latir
el corazón de bajeles cruza un solo sentir.

Si la sombra del sol fue la última semilla
la mirada deja en el rostro del río otra orilla.

Del polvo es el comienzo de todo vuelo
la ceniza que abriga la voz del consuelo.

Y para lo pequeño del nombre está el rayo
si el sol de la tarde ilumina lo que callo.

De Siega (2011)

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RES

I.

La vaca muerde la hierba
y su aliento estremece la luz del polvo lunar.
Temblorosa es la música entre sus patas,
hondo el respirar del viento.
La cola que aparta las moscas
flota, rema.

II.
La vaca llama a ser vista por sus grandes ojos abiertos.
La lentitud y no la hierba es lo que cavila en la paciente sombra.
Tiento la tierra que la junta al cielo.
Montaña de sólo aire el pensamiento donde se despeña el silencio.

III
Arriba en la montaña,
inmóvil, una vaca sola pasta.
A su sombra mis ojos buscan refugio.
La vaca mística de la infancia
sobre el llano alto, casi en las nubes.
Un poco de ese fulgor toca mis manos,
sólo entonces, en cada piedra, el horizonte nuevo.

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LA CABRA

Como Umberto Saba, he hablado a una cabra. Y como hoy yo mismo, estaba sola en el prado, atado, como ella también de noche, a un viejo laso, ahíto de hierba. Bañado por la lluvia, igual, balaba.

Ese su balido, como ahora el poema, era fraterno a mi dolor. Será porque yo hablé primero que la cabra entonces se acalló. Y porque el dolor es eterno, dice el poeta, tiene una sola voz y nunca cambia.

Mi voz escuché al gemir de la cabra solitaria.

De Mirar el aire (2009)

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CON AMOR DE PIEDRA

El pájaro mira el cielo cautivo en el agua.
Gota a gota lo rompe.
Y a sorbos el reflejo de las alturas.
Al tornar la mirada del aire
—ese volver al aire la mirada—
llenos de sed sus ojos tiemblan.

Dios.
Viento que llevas en mi mano la luz tan lejos.
Doras con tu aliento este barro triste.
La dócil arcilla de todo cuanto somos en tu solitario latido eterno.

(Inédito)

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FELIPE GARCÍA QUINTERO

Foto FelipeNació en 1973 en Bolívar, Cauca. Ejerce la docencia y la investigación académica como profesor titular del programa de Comunicación Social de la Universidad del Cauca, Colombia. Ha realizado estudios de Literatura, Crítica Cultural, Filología Hispánica y Antropología. Como estudiante y escritor residió temporadas en Quito, Madrid y México. Es autor de los libros de poesía Vida de nadie (Altorrey Editorial, Madrid, 1999), Piedra vacía (CCE. Ediciones de la Línea Imaginaria, Quito, 2001, Mantis Editores, Guadalajara, 2012), La herida del comienzo (Alhucema Libros, Ediciones Dauro, Granada, 2005), Mirar el aire (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2009), Siega (UIS, Bucaramanga, 2011) y Terral (Ediciones Yaugurú, Montevideo, 2013). Ha editado tres selecciones personales de poemas: Honduras de paso (Ediciones Gitanjali, Mérida, 2007), Horizonte de perros (Universidad del Valle, Cali, 2005, Plural Editores, La Paz, 2011) y El pastor nocturno (Ediciones Viento y Borra, Santo Domingo, 2012, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2012).

Entre otras distinciones obtuvo por concurso el Premio Internacional de Poesía “Encina de la Cañada” (España), el Premio Iberoamericano “Neruda 2000” (Chile) y el XIV Premio “Eduardo Cote Lamus” (Colombia). Fue becario del programa de residencias artísticas en Venezuela (2005) y México (2008).