Microrrelatos [cuentos]

por Alberto Sánchez Argüello

Migrantes

Los fantasmas de los migrantes muertos en el desierto logran entrar a los Estados Unidos. Recorren el país en libertad, pero nunca dejan de tener sed.

Empeñados

Terminada la jornada el migrante se acuesta, sus párpados caen y mira oscuridad toda la noche: los sueños quedaron empeñados en la frontera.

Solución económica

La república del sur finalmente encontró la solución para su crisis económica: llamó turismo laboral a la migración y lo convirtió en su principal rubro de exportación. Abrió las fronteras y ofreció vuelos charter para los pudientes y catapultas y globos para las clases populares. Creó una empresa de remesas e introdujo el inglés y el chino en las escuelas. Al final en el país sólo quedaron viejitos, perros y economistas, y viven de lo mejor.

Sin forma

A donde quiera que fuese ojos me seguían: amigos, padres, abuelos, primos, todos daban forma a mi cuerpo y cuando menos lo pensaba ya estaba caminando como ellos, hablando como ellos, comiendo como ellos, cogiendo como ellos. Así que me largué. Caminé debajo de la tierra hasta llegar a este desierto. Aquí sólo me miran las lagartijas y los escorpiones, pero no me pueden dar forma; ahora soy agua que no tiene nombre ni nación.

Viaje

Agatha está haciendo el amor. Está quieta en su cama, boca arriba, mientras Felipe jadea con voz muy masculina sobre ella, perlando su piel de gotas de sudor. Pero ella en realidad no está ahí; se desplaza a kilómetros de distancia. Hace años encontró que esta era su manera de meditar y busca hombres que se sientan cómodos con un cuerpo que no responde, que simplemente permanece ahí, húmedo, cálido, pero distante, como una muñeca que se mueve al vaivén de la acometida sexual. Felipe, ajeno a estos fenómenos existenciales, se convence de que ella ha alcanzado el éxtasis más profundo y prosigue su movimiento con renovado vigor de macho ensalzado. Agatha ha viajado así muchas veces: estuvo en el país de las orquídeas que recitan a Poe mientras un estudiante de ingeniería civil pretendía ahogarse entre sus piernas; recorrió las cuevas de los murciélagos que han visto todas las edades de la tierra mientras un banquero trataba de demostrarle que su pene pequeño era capaz de causarle tres orgasmos. Ahora viaja en el cuerpo de un colibrí, su corazón late rápido junto con él y el cielo se abre sin límites. Esta vez no volverá.

Casas

La primera casa en moverse fue la de los García. Una mañana se despertaron y ya no estaban en el barrio; la casa se había desplazado durante la noche hasta la séptima avenida y los carros hacían lo que podían por evitar chocar con la vivienda. Mientras los geólogos de la universidad local buscaban explicaciones al fenómeno, fueron testigos del movimiento imposible: una especie de oscilación lenta y arrastre pesado, que sin embargo hacía menos ruido que el roce de arena con los zapatos. La policía trató de parar la casa pero no hizo caso y se fue por las calles hasta detenerse cerca de una gasolinera. No faltó mucho para que las otras hicieran lo mismo. A partir de entonces familias enteras por toda la ciudad dormían en un sitio para despertar en otro y recibían llamadas durante el día, avisándoles cuál era su nueva dirección. Los filósofos explicaron el fenómeno como resultado de la apatía social que había llevado a los hogares a manifestarse con una voluntad que sus dueños habían perdido. Lo cierto es que ahora la ciudad cambia todos los días y la gente se ha acostumbrado a no pertenecer a ningún lugar.

Alberto Sánchez Arguello

Alberto Sánchez Arguello (1976, Managua, Nicaragua), sicólogo. Ha ganado varios concursos nacionales de cuentos. Sus cuentos han sido publicados en la revista literaria del Centro Nicaragüense de escritores Hilo Azul Nº 5 y en la antología Flores de la trinchera del fondo editorial Soma.

Mistura: Encuentro de dos mundos, dos tiempos

Con Barcelona de escenario, la compañía de danza ofrece una interpretación contemporánea de canciones tradicionales del folclor latinoamericano.

[alert type=»yellow»]Mistura web: http://misturadanza.wordpress.com/2011/12/23/mistura/[/alert]

 

Mistura, una compañía de danza etno-contemporánea, es el resultado de la confluencia de cuatro bailarinas latinoamericanas en Barcelona. A través de la mezcla de expresiones folclóricas con técnicas de danza contemporánea, Mistura explora e investiga las nociones de raíces, etnia e historia sirviéndose de esta metrópolis española como escenario. Mistura utiliza los sonidos de tambores, semillas, calabazas y cantos ancestrales para interpretar ritmos afrocolombianos (como la cumbia, el currulao, el son de negro, el mapalé y la tambora), ritmos afrodominicanos (como el palo y el merengue) y ritmos modernos (como el swing, el burlesque, el flamenco y la salsa). La compañía está compuesta por: Alejandra Pabón y Nayan Jaimes de Colombia, Vianna Asencio de República Dominicana y Coti Corbo de Uruguay.

Hablar del Chocó

Marcela Escovar comparte sus reflexiones acerca de las nociones de pobreza y abundancia en una región colombiana marcada históricamente por las grandes dificultades de la vida.

Por Marcela Escovar

Estoy en Quibdó, Colombia, tras una larga noche de lluvia en la selva, de un calor abrasador casi insoportable y de historias soñadas bajo el arrullo del incesante repiqueteo de una gotera. Esta mañana el sol brilla, la humedad está más fuerte que nunca y el calor se pega a la ropa, al pelo, a los ojos. La vida continúa después de la tormenta y las personas vuelven a sus rutinas diarias: abrir almacenes, salir de pesca, bañarse en el río del que también toman agua. El paisaje es hermoso y exuberante y veo a Quibdó como un lugar de abundancia y riqueza.

Se habla de Quibdó y del Chocó como otro país dentro de Colombia. Se habla de su pobreza y de su corrupción, pero también de lo rico que es en flora y en fauna, en agua, en recursos mineros, en la fertilidad de su suelo. La tierra aquí es tan extraordinaria y fértil que las semillas de cualquier fruta, cuando tocan el suelo, tienen un 99% de posibilidades de germinar. Estando aquí, ahora, después de varios días de vivir esta ciudad, hablando en el calor sobre literatura infantil y los beneficios de la lectura en la primera infancia, creo que es posible hablar de diversidad y de unidad en el Chocó. De diversidad en la manera de hablar, de caminar, de establecer relaciones con las demás personas. De unidad a través de un lenguaje común que los caracteriza: la sonrisa que siempre aparece antes de hablar, sus contagiosas carcajadas y su forma de vivir en el tiempo a otro ritmo.

“Que son pobres”, dicen, “¿pobres por qué?” me pregunto yo. Los chocoanos tienen una tranquilidad envidiable que puede estar asociada al ritmo propio que llevan en la sangre, y sobre todo a unas pulsiones de antaño frente a la música y al baile. Los niños, lectores en potencia, quieren bailar, son niños a los que quizás no les leyeron desde el vientre materno, pero a los que seguramente estimularon, sin saberlo, con música que los hace vibrar y que los hace libres. Las relaciones que se establecen entre las familias, entre abuelas, madres e hijos, están enmarcadas en un contexto social en donde las condiciones en las que crecen son precarias: falta de agua potable, pocos lugares adecuados para el desarrollo integral de la primera infancia y ausencia de una oferta cultural para la comunidad, entre muchos otros. Sin embargo, los vínculos son fuertes y estrechos, y en esta cultura, sin duda, la música ha sido su mayor herencia y fuente de riqueza.

Me pregunto si la pobreza de la que hablamos la consideramos solamente desde nuestros beneficios y comodidades. Pienso que hay que tener presente desde dónde nos situamos para mirar al otro. Por ejemplo, aquí es imposible pensar en algo tan simple como darse el gusto de un baño con agua caliente. Pero la falta de comodidades también da un sentido diferente de libertad. Son libres los que no temen perder lo que tienen, o más bien, los que no tienen nada que perder. Aquí el afán de progreso está suspendido, y el desorden y el caos están por todas partes, pero quiero pensar que aquí no hay pobreza. Hay riqueza y abundancia en Chocó: hay tierra fértil llena de árboles y de agua, hay tiempo para compartir, hay sonrisas y ritmos tradicionales. Hay un gran asombro frente a lo desconocido y una capacidad innata para bailar.

Excesos

Al fondo, a la derecha,
Un cultivo de lechugas
A la izquierda fríjoles
Al oriente maíz
Al occidente cebolla larga
Y el hambre camina
Pegada a tus pies descalzos

Marcela Escovar Aparicio

Estudió literatura en la Universidad de Los Andes y le encanta leer y escribir. En la actualidad trabaja con la Biblioteca Nacional de Colombia, en un proyecto de formación de bibliotecarios en temas de lectura. Gracias a su trabajo ha tenido la oportunidad de viajar por Colombia y conocer diferentes lugares y culturas que conviven en un mismo país.