Una selección de la poeta colombiana Andrea Cote
Poemas
(De La Ruina que nombro)
SOBRE PERDER
No hay rebeldía sin luz
-dices tú-
pero aquí las cosas
oscurecen sin pausa.
Es como si también las calles,
las montañas
y los muros,
-digo yo-
supieran que este día es el fin de noviembre,
como si noviembre mismo lo supiera
y se diera
al placer
apresurado
de cerrar
el aire
entre los prados
y las paredes
de tu cuarto sin mí.
Y entre toda esta brisa,
tan grumosa,
recordaras
que tus cosas
y las mías
se están acumulando en el lugar de lo sombrío,
como si pudieran saber
que nos corre otra estación sin luz
y se rindieran por eso,
como yo,
al abrumado paso,
a la estación del crepúsculo
sin reparo,
a la voluntad de noviembre.
***
No hay rebeldía sin luz,
dices tú,
y nosotros,
oscuros los dos,
decimos
que el tiempo
es una cosa que pasa
o que no
y nos da igual.
No como los que pierden
día y noche
buscando aire
en la palabra aire.
No como tú,
que dices oír venir un río hacia nosotros,
no como yo,
que sólo creo en el canto del desierto,
rumor de lo deshabitado.
DESIERTO
La tierra que jamás quiso tocar el agua
es el desierto que al norte está creciendo
como un estrago de luz.
Pero los hombres que han visto el despoblado,
su amplitud sin sobresaltos,
saben que no es cierto que la tierra esté reseca por capricho
o sin ninguna bondad,
es nada más su manera de mostrar
lo que transcurre en claridad
y sin nosotros.
DE AUSENCIA
Es para el dios de lo deshabitado
que se alzan templos invisibles
en la borrasca del desierto.
Es para él
que los árboles enanos inclinan en la arena
sus ramas
humildes,
fervorosas.
Es para que no te aferres
que existe un dios de la ausencia,
señor del desierto
y de las cosas que,
como la sombra,
existen por la fuerza de la luz que las rechaza.
PAISAJE
Nuestra tierra es desigual:
abre surcos,
avanza,
se interrumpe.
Sabe romperse.
Nuestra tierra
tiene brevísimos puntos
en que la luz
se colma
o se deshace
y una grieta
brillante
donde tiembla
una mujer
que también será desierto
un día,
desierto,
señor de los marchantes.
Verás,
no digo que el paisaje
sea esto
pero en la tierra desprovista todo cruje
e incluso la existencia discreta de la rama
ambiciona un ruido,
un sonido,
un traqueteo vegetal.
En nuestra tierra
los bosques agitados
mecen mareas ancestrales
y las cascadas rugen
con un pálpito de fuego.
Todo paisaje es un presagio.
POEMA DE LOS TEMPLOS
Señor de lo triste:
aquí está tu roca herida,
otra que se rasga
y como una hoja
cae y se arruina
sin desesperación,
no con el dolor angustioso de los hombres.
LAS HUESTES
Salgo al gran viaje cada cierto número de años.
Me voy llevándome un nombre
y una parte en él se humilla,
irremediable.
Me voy en huestes
y en oscuros rebaños,
y lo hago para poder hablar de ti,
y lo hago para no hablarte.
Salgo al gran viaje.
Me muevo en tu joven raíz,
me muevo en tu amada marcha.
Viajo para poner un poco de la ruta en mí,
un poco de la ruta en ti.
Salgo en esta ceremonia
y lo hago para creer en ti,
y lo hago para que vuelvas a creer en algo.
Me muevo porque existe una cosa incomunicable
y porque he visto cuánto amas las cosas que regresan.
TODO EN RUINAS
Mirar la ruina
y en ella
todas las cosas
de una sola vez.
Ver las esquinas,
los remiendos
las cosas rotas
y aferradas
o los vestidos arados del amor.
El polvo
que es el tiempo que tocó los cuerpos
levemente
y los desmoronó.
Hay siempre en todo
una cosa entera
y ferozmente cierta,
como cierta es la ruina,
y es voraz
y es bella.
Me uno al club de lectores de tus poemas.
Muchas feicitaciones porque has logrado llegar hacia donde siempres se inlinaron tus pasiones…
Leer tus poemas es mirar más allá. Felicitaciones!
Maravilloso.
MARAVILLOSOS.