Radio Matuna: En busca de lo propio

La banda colombiana platica acerca de su primer álbum y la historia ancestral que los inspira e impulsa.

por Suan Pineda
Entremares Magazine

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En las ondas de Radio Matuna hay un llamado a reconocer lo propio. Esta banda colombiana, que toma su nombre de una región que acunó los primeros asentamientos de los esclavos liberados, apunta a hacer visible la historia de una lucha y el intento de un pueblo por conservar sus tradiciones y lenguaje.

Sin embargo, el fundador de Radio Matuna se apresura a subrayar que sus temas no están dirigidos a politizar sino, simplemente, a hablar de lo que les ha tocado vivir como afrocolombianos.

Así, a través de un caleidoscopio de ritmos y géneros que van desde el reggae, pasando por el blues hasta el ska, Radio Matuna esparce en sus canciones retazos del lenguaje palenquero — una lengua hablada en el pueblo de San Basilio de Palenque y considerado patrimonio de la humanidad por la UNESCO — así como también habla de la sencilla alegría de amar.

Liderado por Leonardo Rúa (compositor y bajista) y conformado por Julio Hierrezuelo (guitarra y voz), Mónica Castillo (voz) y Juan Camilo Castaño (baterista), Radio Matuna se ha convertido durante sus tres años de existencia en una de las bandas más activas de la escena musical bogotana.

En una conversación con Entremares Magazine, Rúa, elocuente y afable, nos contó del lanzamiento de “Vol. 1”, el primer álbum del grupo, y de “Gris”, su primer videoclip, y de una banda que, respetando las tradiciones, está en busca de nuevas sonoridades y una historia propia.

Entremares Magazine (EM): ¿De dónde viene el nombre de Radio Matuna?

Leonardo Rúa (LR): El nombre de Radio Matuna está basado en los Palenques de la Matuna que son las primeras tierras donde se logró la libertad escrita, la libertad legalmente [de los esclavos afrodescendientes en Colombia]. Son unas tierras que están muy cerca a la ciudad de Cartagena, en el Atlántico en Colombia, y su pueblo más importante se llama San Basilio de Palenque. Pero toda esta región se llamó los Montes de la Matuna. Y fue una región muy interesante porque fueron los primeros asentamientos donde la gente se liberaba y lograba armar su pueblo y mantener su cultura. Es un palenque muy activo y creo que ahora empieza a ser un poco más visible en Colombia, pero durante mucho tiempo estuvo muy invisible. Por ahí parte la necesidad de contar un poco esto porque es un referente de una lucha, de una resistencia cultural muy interesante. De ahí nace la palabra Matuna. Y por Radio Matuna, porque la radio me parece algo medio mágico, cómo se cuela electrónicamente por las ondas de sonido y llega a distintas personas.

EM: ¿Cómo define Radio Matuna su sonido?

LR: Es música del mundo. Nosotros tocamos hip-hop, reggae, con música de todo el mundo, con distintos ritmos que fusionamos también de aquí. Tenemos un montaje que es con batería, guitarra, bajo [y] voces. Es distinto al acústico como tal. Lo que hacemos es buscar nuevas sonoridades. Tratamos de tener un encuentro más propio con la música, más natural. Yo soy un músico empírico y tengo una relación con la música más por necesidad de la música y he encontrado a la gente que también sabe de música y con la que he podido desarrollar estas ideas. La idea de Radio Matuna suena como a world music con de todo un poquito: con reggae, con hip-hop y con amor, con corazón.

EM: ¿Cuál es el concepto de Radio Matuna, temáticamente hablando?

LR: Tenemos un concepto amplio de lo que queremos decir. Nosotros no tenemos la idea de politizar ni de tampoco entrar en cuestiones muy profundas, sino decir lo que nos pasa y decir lo que le pasa al país, porque también son cosas que a todos nos ha tocado [vivir] de una u otra forma.

En las letras de Radio Matuna hay un llamado hacia reconocer lo propio, hacia reconocer la ancestría (sic), hacia reconocer la historia de uno. Pero también hay canciones de amor, qué pasa cuando uno se enamora. No somos un grupo que nos encasillamos únicamente en decir una crítica social como tal, aunque sí queremos decir lo que pasa y por eso hacemos una canción como “Gris” u otra canción que se llama “Kilombo”. Pero también hacemos otras cosas para rumbear y para divertirnos. Todo eso hace parte de la vida.

EM: En sus canciones surgen dos términos interesantes que son la ancestría y lo propio. ¿Qué significan estos conceptos para ustedes?

LR: Lo propio es la ancestría y también está relacionado con ser afrocolombiano —aunque creo que la ancestría nos pertenece a todos como seres humanos—. En el asunto mío, yo hablo de la afrocolombianidad porque es lo que me ha tocado vivir.

Soy consciente de mi afrocolombianidad, también por el hecho de nacer en Bogotá que es una ciudad profundamente racista, que es una ciudad que se considera blanca, que es una ciudad que nunca me ha aceptado a mí como parte de la ciudad y [en donde] siempre he tenido conversaciones en las cuales soy como muy extranjero. Si ando en la calle, si voy a una fiesta es muy común que la gente me pregunte de dónde vengo y cosas así. A veces cambio de nacionalidades como para ponerme creativo (ríe).

Cuando uno es pequeño y tiene conflictos en el colegio … no quieres encontrarte con lo tuyo … y hay un desarrollo con estos choques sobre todo con el racismo que es superestructurado acá. Es donde uno empieza a encontrarse por dentro y a buscar cuáles son los lugares que lo apropian. Allí es donde empieza a aparecer la ancestría como un salvador.

Yo soy un afrocolombiano, yo soy un negro y soy distinto a esta ciudad que se considera blanca. Pero ¿qué significa eso más allá del color de piel o de las características físicas?

Yo soy un afrocolombiano, yo soy un negro y soy distinto a esta ciudad que se considera blanca. Pero ¿qué significa eso más allá del color de piel o de las características físicas? En mi caso, por ejemplo, mi abuelo fue músico. Tocaba violín, tocaba guitarra, componía, era pescador del Pacífico sur, de las altas mares. Fue un personaje muy bello. Yo nunca conocí a mi abuelo. [Pero] mi padre me hablaba de [él], entonces siempre lo tuve muy presente. Creo que mi desarrollo musical, que fue más intuitivo, más empírico, [lo] formé gracias a él, a esa comunicación ancestral. Hay una comunicación universal completa, como el internet del universo. De ahí uno baja las canciones, las letras, las melodías (ríe). A veces cuando te desconectas, no te das cuenta, pero están ahí. La música está flotando todo el tiempo y creo que es una forma también de espiritualidad muy concreta.

EM: ¿Hay instancias en que has sentido la presencia de tu abuelo?

… hay algo que me pasa mucho en el jam: cuando estás tocando con más músicos hay un momento en donde ya no [eres] consciente y es donde creo que hay una comunicación directa con esa ancestría. Eso me pasa mucho y le pasa mucho a los tamboreros. También porque tienen un instrumento de cuero, de un animal, de madera, que está directamente comunicado con la tierra, con la naturaleza.

LR: Yo lo siento cuando se desarrollan las letras. Es que no puedo decir que se aparece mi abuelo, como puf (ríe). En la composición creo que es natural que aparezca, en algunas composiciones o en las búsquedas musicales. Por ejemplo, hay algo que me pasa mucho en el jam: cuando estás tocando con más músicos hay un momento en donde ya no [eres] consciente y es donde creo que hay una comunicación directa con esa ancestría. Eso me pasa mucho y le pasa mucho a los tamboreros. También porque tienen un instrumento de cuero, de un animal, de madera, que está directamente comunicado con la tierra, con la naturaleza. Cada vez que tocan y golpean el suelo hacen un llamado que retumba de todas las formas posibles. [En] esa sensación de conexión de un plano y de estar en otro plano, que no es tan consciente, siento que hay un momento de comunicación con mi abuelo y con la ancestría en general.

5. Roots and destiny
Raíces y destino
“En las letras de Radio Matuna hay un llamado hacia reconocer lo propio, hacia reconocer la ancestría (sic), hacia reconocer la historia de uno. Pero también hay canciones de amor… No somos un grupo que nos encasillamos únicamente en decir una crítica social como tal, aunque sí queremos decir lo que pasa”, dice Leonardo Rúa, compositor del grupo.
Foto cortesía de Leonardo Rúa

EM: ¿Cómo incursionaste en la música y cómo ha transcurrido tu viaje por este mundo?

LR: Tuve una infancia muy normal, muy cercana a la música y tuve un hermano muy chévere que tuvo una guitarra que se abandonó un poco por la casa y [él] empezó a desarrollarse en la música y él me empezó a tocar un poquito la guitarra. Fue una especie de mentor musical.

A los 14 compré mi primer bajo. Pasó algo muy chévere. Hicieron un reportaje sobre los jóvenes afrocolombianos que habían nacido en Bogotá y me escogieron a mí para ser el conductor. Me pagaron, y fue la primera vez que a mí me pagaron en la vida. Y me compré un bajo.

[El documental] me puso a reflexionar sobre ser afro, qué significaba para mí y para los demás. Tuve muchas peleas en los colegios. Pasé como por 10 colegios. A los 14 tengo esta experiencia de este documental, me pagan y con este dinero me compro mi primer bajo que fue para mí un momento definitivo en la vida. A los 14 cambió todo para mí porque de ahí empecé a tocar con mi grupo. Era muy juvenil y por supuesto tenía que escribirse así: “Deskarga” (rie).

[Después] me contratan para una serie de televisión como actor y termino actuando en una serie que había en la televisión en un canal privado de Colombia. La serie se llamaba “La Jaula”, pero yo la odiaba. Yo lo hacía solamente por el dinero pero era terrible. Era una serie superracista. Fue un período interesante, de mucho aprendizaje, pero también un poco confuso. Aunque me dio también la fuerza de seguir tocando, porque mi personaje también tocaba y tuve la oportunidad de poner un tema y luego ellos se interesaron y me dio fuerza para continuar y me mostró que podía cantar. Yo no había entendido que eso era posible para mí. Pasé por varios grupos. Estuve con un grupo como bajista por cinco años que se llamó Voodoo Soul Jahs. Viajamos bastante y tocamos en festivales, los más importantes en Colombia. Con ese grupo tuve la experiencia de la vida musical, de saber lo complicado que es, de saber también lo bonito que es.

EM: ¿Qué te atrajo del bajo como instrumento?

LR: El bajo se parece mucho a mi personalidad. La guitarra es mucho más brillante, es mucho más presente, es armónica y melódica. El bajo es rítmico y es un ritmo con melodía que está por debajo de todo, como un piso. Es un poco silencioso. Está ahí, y es importante, pero realmente muy poca gente lo ve como tal.

El bajo también necesita de más amigos, de más cosas. No te quedas solo con el bajo sino que necesitas compañía. La guitarra lo deja a uno ser más solo, y ella se vuelve más compañera.

Yo toco reggae, y el bajo y la batería van muy de la mano. Me gustan mucho estos dos instrumentos y siento que con el bajo me cambió la forma de ver la música. Por ejemplo, todas las composiciones que he tenido hasta ahora han sido desde la guitarra porque la guitarra me permitía cantar y tocar. El bajo también necesita de más amigos, de más cosas. No te quedas solo con el bajo sino que necesitas compañía. La guitarra lo deja a uno ser más solo, y ella se vuelve más compañera. Y las composiciones que he empezado a hacer ahora son desde el bajo y empieza cambiar la forma de pensar la música, la forma de encontrarse porque es un piso, es la tierra de la música.

EM: Pasando a las letras de Radio Matuna. ¿Utilizan el lenguaje palenquero en sus canciones?

LR: Tenemos algunas letras. Tenemos algunas grabaciones que ponemos en concierto y en el disco están grabadas también entrevistas en lenguaje palenquero. Pero también [hay] en inglés porque la idea es hablar en distintas lenguas. Hay muchas lenguas que se pueden explorar y que son muy musicales. Yo creo que también el lenguaje palenquero es uno de ellos. Nos gustaría aprender un poco más de él. Y también darlo a conocer. Creo que es importante para el país. Es rico conocer esta cultura que es en esencia una mezcla entre el español, portugués y bantú.

EM: Radio Matuna tiene una canción titulada “Chiyangua Chirará”. ¿Qué significan estas dos palabras?

LR: La chiyangua y el chirará son dos condimentos del Pacífico sur colombiano con el que se hace la comida de allá y es lo que lo diferencia del resto del Pacífico, sobre todo de Tumaco. Aunque yo creo que en Buenaventura también hay. La chiyangua y el chirará [son] algo muy delicioso (ríe). La chiyangua y el chirará, estos condimentos son tan ricos y el hecho de que puedan oler tan bien significa que hay derecho de tranquilidad. El hecho de que se pueda cocinar bien rico y que huela… seguramente durante la ruta en la búsqueda de la libertad muchos esclavizados que se escapaban no podían cocinar muy bien en el camino. El hecho de llegar, de poner la olla y hacer algo muy rico, con chiyangua y chirará y que huela en todos lados y que se sepa que esto está pasando…. creo que es la clara muestra de que aquí estamos y la pasamos bien. La chiyangua y el chirará [son] muy significativos por eso.

EM: Dijiste una vez que la chiyangua y el chirará son para ti símbolos de una añoranza. Estos condimentos parecen ser un referente importante en la música de Radio Matuna.

LR: A veces tú puedes añorar cosas que de pronto no conoces pero que sientes. En portugués le llaman saudade, que es una mezcla entre nostalgia, añoranza y amor; tiene unas definiciones un poco poéticas.

Mira, para mí realmente el equilibrio espiritual está en los langostinos de chiyangua y chirará, y ya (ríe).

La chiyangua y el chirará yo no las había probado. Las probé muy viejo ya porque fui a Tumaco muy consciente hace unos cinco años. Entonces encontrarme que esos mismos camarones que me había comido en Buenaventura sabían diferente gracias a estas dos plantas. [Me hicieron] darme cuenta que era muy especial este espacio de donde es mi familia. Después de eso lo añoro, lo necesito. Hace un tiempo estábamos hablando de los problemas personales y cosas que uno a veces no supera y me decía una amiga que para eso están los sicólogos y los siquiatras, y yo decía: “Mira, para mí realmente el equilibrio espiritual está en los langostinos de chiyangua y chirará, y ya” (ríe). Ahí hay un completo balance (ríe) porque va más allá de lo que es la comida, es también todo lo que representa. Se vuelve un símbolo, es estandarte de una región, de una historia que ha sido muy olvidada. Yo creo que también lo que busco con la música es hablar de todo eso.

Siempre Colombia, y creo que Latinoamérica, ha tenido una visión más hacia todo lo de afuera es lo chévere, lo importante. En Estados Unidos es así, en Europa es así. Ahora estamos en un tiempo export, pero siempre de un modo muy superficial y que también te vuelve un poco mentiroso. “Ay, sí los cantos de los afros, entonces llevamos a los negritos a que bailen”. Pero nunca hay una profundidad de más allá, de lo que significa.

En la escapada de los afrodescendientes muchos de los platos que se cocinaban en esa ruta, en esa primera salida, no podían oler, estaban pensados para estar en el bosque o en la selva y que no olieran… Cuando aparece la chiyangua y el chirará es: “Sí, aquí estamos. Sí, es nuestro lugar. Esto sí es libertad, esto sí es chiyangua y chirará.

Con el asunto de la cocina, en la ruta libertaria, en la escapada de los afrodescendientes muchos de los platos que se cocinaban en esa ruta, en esa primera salida, no podían oler, estaban pensados para estar en el bosque o en la selva y que no olieran. Hay mucho plato que todavía se consume que se llama tapado y son de hojas y está ahí todo encerrado el humo, muy pensado de que no huela. Cuando aparece la chiyangua y el chirará es: “Sí, aquí estamos. Sí, es nuestro lugar. Esto sí es libertad, esto sí es chiyangua y chirará”.

EM: ¿Crees que la canción ha servido como vehículo para dar a conocer un poco más sobre la afrocolombianidad?

LR: Sí. Me ha llenado de alegría. Sí ha servido para contarle a la gente una historia de una región. Como estamos acostumbrados a decir cualquier cosa sobre lo afro, sobre los indígenas, sobre lo que en teoría se desconoce, mucha gente [decía que la canción] es un trabalenguas, es una frase que se fumaron un porro e hicieron eso … (ríe)

Más allá de esa silueta que se ha generado de lo afro, de las comunidades campesinas hay también conocimiento, una cantidad de información interesante, muy valiosa que ellos han desarrollado y que han mantenido a pesar de estar en un sistema que está bien pensado para que ellos no estén, para que no estemos.

[La comida] es un legado de resistencia cultural. No lo quiero politizar, pero creo que es una forma de resistencia activa cultural… no es solamente la boca, sino tu corazón, tu añoranza, tu recuerdo.

EM: Además de músico, eres realizador audiovisual. ¿Cómo concibieron y realizaron el videoclip de “Gris”?

… yo he trabajado bastante el tema del desplazamiento. Tuve la oportunidad de hacer un reportaje sobre una chica que llegó aquí a Bogotá y era todo un proceso durante seis meses. Fue una historia muy dramática que a mí me tocó bastante …

LR: El video de “Gris” fue hecho en compañía de un amigo que se llama David Villegas que es un amigo realizador de cine. Nos conocimos desde pequeños. Por mi parte, yo he trabajado bastante el tema del desplazamiento. Tuve la oportunidad de hacer un reportaje sobre una chica que llegó aquí a Bogotá y era todo un proceso durante seis meses. Fue una historia muy dramática que a mí me tocó bastante. Sobre todo porque tuvimos la posibilidad de ver un poco más allá el drama de lo que es el desplazamiento forzado y adentrar en ese tema.

Creo que sentía la necesidad de que tocaba contar algo y compartía eso con David. ¿Qué hacemos, qué podemos decir? Nosotros pensamos que era importante hablar de este asunto y desde ahí nació la idea, más o menos unos cuatro años, tres años, llegamos a un guión. Después de hablar de cómo hacer el guión, sobre todo porque no queríamos caer en algo como pornomiseria, ni tampoco mostrar algo demasiado triste, aunque sí lo es, y de qué forma hacerlo como algo refrescante.

Entonces encontramos el asunto con la niña… en la guerra los niños pasan muy rápido los problemas. Los niños normalmente pueden salir a jugar fútbol después de una cosa terrible … los niños de esta mujer que nosotros grabamos en la vida real jugaban todo el tiempo, estaban superchévere, estaban en otro mundo. La mamá estaba superpreocupada, pero los niños siempre estaban supercontentos. Ahí encontramos un poco cómo aliviar un poco el tema, hicimos la realización. Desarrollamos ese proceso obviamente sin un peso, con muchos favores y muchos agradecimientos a toda la gente que nos ayudó de corazón.

EM: Radio Matuna ya lleva tres años tocando y se ha convertido en una de las bandas más activas en la escena musical bogotana. ¿Qué memorias y anécdotas han cosechado como banda durante este tiempo?

«Yo soy un afrocolombiano, yo soy un negro y soy distinto a esta ciudad que se considera blanca. Pero ¿qué significa eso más allá del color de piel o de las características físicas”, dice Leonardo Rúa.

LR: El lanzamiento del sencillo …. el día que vi por primera vez el disco fue un encuentro muy grande, fue como mucho tiempo para poderlo tener.

¡Ah! (dice con emoción), un día nos cantaron el coro de “Real” en la calle (ríe). Un par de chicas nos vieron y cantaron un coro de una canción de nosotros que se llama “Real” y fue muy chistoso para nosotros, la verdad. Tampoco somos un grupo tan reconocido y fue como guau no lo puedo creer. Hay algo muy bonito en este proceso y ha sido el apoyo de la gente y el amor con el que la gente se ha acercado al proyecto y eso ha sido algo muy gratificante y nos da mucha fuerza para seguir.

 

 

Esta entrevista ha sido condensada y editada para mayor claridad.