La artista ecuatoriana consigue el balance estético entre lo variable y lo volátil de las emociones.
por Bartolomé de la Paz
[easy-media med=»2470″ size=»300,300″ align=»right» mark=»gallery-dm52xg»] La cruzada creativa de Catalina Carrasco contiene propuestas que logran una mimesis de medios y técnicas en cada uno de sus ensamblajes. Su taller es un “laboratorio de multi-facturas artísticas”, un exigente espacio de praxis artística y labor creativa. Su oficio, de casi tres décadas, le ha permitido la profunda y libre investigación de medios y soportes de una manera irreverente, exigiéndole y al mismo tiempo guiándole hacia el manejo óptimo de recursos plásticos que se superan a sí mismos con el avance de los nuevos medios que ofrece el mercado. La artista lo define como “retro-alimentación”. Su Arte consigue el balance estético entre lo variable y volátil de las emociones con lo estático y dosificado de lo matérico. Cuando el artista ya no es sorprendido por los efectos o filtros de un cierto programa digital o esclavo de un talismán del mercado para plasmar sus obras, es cuando toma las riendas con entera libertad, siendo el amo de la bandeja virtual y los medios plásticos y técnicas, en un proceso de creación que traspasa las barreras de la óptica común. Éste es el caso de Catalina Carrasco.