Albeiro Echavarría: Del periodismo a la literatura infantil

El escritor colombiano cambió la fama y el éxito del periodismo por una aventura literaria. Sus cuentos para niños y novelas para jóvenes le están dando reconocimiento en el campo de las letras, dentro y fuera de su país natal.

por Julia Beatriz Gutiérrez

El escritor de literatura infantil Albeiro Echavarría dice: “No tuve a mi padre desde muy pequeño, llenaba mis soledades con la lectura”. – Foto cortesía de Albeiro Echavarría

Caminaba, leía y hablaba con una rapidez que lo diferenciaba de los demás compañeros que compartíamos la Facultad de Periodismo. Parecía que el tiempo no le alcanzaba para hacer lo que tenía proyectado para su vida.

Para él era normal, a sus 18 años, atender abogados alicorados hasta altas horas de la noche en un café del centro bogotano donde trabajaba, madrugar a redactar tareas universitarias, concretar entrevistas con personajes de la vida nacional y sacar adelante la carrera que lo apasionaba.

Ese afán, propio de su alma antioqueña, y su olfato para encontrar noticias llevaron a Albeiro Echavarría a convertirse más temprano que tarde en director de Noticinco, uno de los noticieros regionales más importantes del país, en momentos en que los carteles de la mafia aterrorizaban a los colombianos a comienzos de los años noventa.

En medio del agite de la sala de redacción y de las amenazas que enfrentaba por divulgar la verdad de este flagelo, añoraba un espacio que le permitiera sacar a flote los cuentos que rondaban su mente para llegar a niños y jóvenes.

Tenía que escoger. El mundo de la fantasía se impuso al de la realidad. Esa decisión lo ha llevado a ser reconocido como uno de los autores más prolíficos de literatura infantil de Colombia y a convertirse en finalista de tres versiones del premio Barco de Vapor.

Títulos como Cristina zanahoria, Rosa la mula caprichosa, El clan de la Calle Veracruz y Conspiración en Magasthur, entre otros de su autoría, ocupan un destacado lugar en las letras colombianas.

Entremares Magazine (EM): ¿Fue difícil dejar el periodismo cuando se encontraba en la cúspide de los medios de comunicación?

Albeiro Echavarría (AE): He sido un amante del periodismo, siento que lo llevo en la sangre, pero había algo detrás que me llamaba y si no me detenía no iba a ser realmente feliz. La literatura me ha dado la felicidad que me faltaba. Cuando tomé la decisión sabía que tenía un cargo y un sueldo importantes pero estaba convencido de que había un gran vacío en mi vida. No se trataba simplemente de acabar con la rutina de las noticias. Al dar esa especie de salto al vacío tenía claro que no iba vivir del oficio de la literatura. No me pregunté: ¿Cuánto dinero te va a llegar por lo que estás haciendo? ¿Cuándo vas a vivir de escribir? Gran parte de mis ahorros como periodista los gasté para sostener mi carrera de escritor. Me tracé una meta de una década para ver los frutos de este esfuerzo. Llevo ocho años y creo que la voy a cumplir.

EM: Este año presenta varias novedades simultáneamente: El muchacho de la boina
blanca, Las pantuflas del presidente y El cetro del niño rey. Esta última es finalista del Premio Barco de Vapor. Deja atrás el mundo de la fábula y la fantasía y se adentra en la órbita de los jóvenes con El muchacho de la boina blanca ¿Por qué el cambio de temática?

AE: Cuando se escribe literatura infantil y juvenil se deben cubrir varios frentes. En mi bibliografía no tenía novelas para jóvenes. Mi público se ha centrado en los adolescentes y los niños. Había llegado el momento de contar una historia dirigida a los más grandes y nació El muchacho de la boina blanca cuyo personaje principal es Sebastián, un muchacho que es víctima del matoneo (violencia escolar) por parte de sus compañeros.

Si hay alguna obra que tiene algo de mi vida es esa novela. Sebas (Sebastián) sufre, es víctima de esta situación al igual que lo fui yo en los primeros años de mi vida. Estudiaba en una escuela pública, me vestía de pantalón corto mientras mis compañeros los usaban largos. Cuatro niños compartíamos el pupitre, me hacía en la mitad y los de al lado me pellizcaban. A Sebas, además, lo tildan de afeminado y la pandilla de las calaveras lo maltrata.

EM: ¿Cómo fue que las grandes editoriales conocieron su trabajo y fijaron sus ojos en usted?

AE: Llegar a este oficio era un sueño que tenía toda la vida. He sido un lector tremendo, he creído que no nací con el talento sino que los libros me hicieron escritor. Cuando empezó a crecer la barriguita de mi esposa –iba a nacer mi hija Juana- pensé que había llegado el momento de escribirle un cuento a esa primera hija. Dudaba de poder hacerlo pero me gustó tanto el resultado que escribí el segundo cuento y de este ejercicio nació Cristina zanahoria. Me atreví a enviarlo a una editorial pero lo rechazaron. Terco, insistí con otra y les gustó mucho la historia. Entendí que un manuscrito busca a su editor. Javier Mahecha, de Panamericana, fue quien la aceptó. Ese fue el comienzo de algo que iba a ser muy lindo porque me di cuenta de que podía escribir para niños. A partir de ahí se abrieron las puertas a un mundo maravilloso.

Con mi segunda novela, El Clan de la Calle Veracruz, ocurrió algo fantástico. La historia se publicó, gustó mucho y llegó a manos de la Secretaría de Educación de México, entidad que la escogió para ser distribuida en todos los colegios públicos de ese país. Esa decisión me internacionalizó y me permitió presentar nuevos escritos y publicar en otras editoriales.

EM: El Plan Lector es un programa de iniciativa gubernamental cuyo objetivo es fomentar la lectura en las aulas, sus obras han sido elegidas por un sinnúmero de colegios dentro de este programa. ¿Qué opinión le merece esta política?

AE: Escribo para que los niños se diviertan, gocen con la lectura. Estoy un poco alejado del concepto de que la literatura sea para educar. Sin embargo, pienso que si las obras seleccionadas divierten a los estudiantes es positivo. Si los pequeños gozan con mis escritos, me encanta que los incluyan. He tenido la fortuna de que casi todos estén en el Plan Lector. Cuando voy a los colegios a hablar con los niños siento que han gozado con mis libros y los ayudo a complementar mis historias.

Las obras son historias que uno hace pero el lector es el que las termina con su imaginación. El autor plantea los personajes y los lectores los complementan. Cada lector es único; así como cada historia es única para ellos. Es muy placentero que el niño disfrute la lectura como si fuera un juego de rol o una patineta, que se goce cada página y quiera llegar al final.

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El escritor Albeiro Echavarría firma autógrafos en el stand de la Editorial Norma durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2013. – Foto cortesía de Albeiro Echavarría

EM: ¿Qué autores lo inspiraron para que se inclinara por la literatura infantil?

AE: Tengo un cúmulo de lecturas inmenso y mi literatura es la suma de todas ellas. No puedo decir que tenga alguna influencia en específico pero sí que hay autores que me han cambiado la vida. Cuando decidí escribir literatura infantil y juvenil llegó a mi memoria La colina de Watership, de Richard Adams, que es la historia de unos conejos que emigran. Recuerdo que me conmovió bastante y por eso la conservo en mi biblioteca. Ese es un libro que estaba presente cuando empecé esta labor. También recuerdo los libros de Herman Hesse, Siddhartha, El lobo estepario, que leí en la adolescencia y me ayudaron a ser lo que soy.

Juan Rulfo es mi pequeño dios en Latinoamérica, adoro sus escritos. Admiro también la obra de Jorge Luis Borges, coincido con ella en muchas cosas que me interesan, sobre las que quisiera escribir, como esa obsesión por el tiempo y el espacio que hay en el mundo borgiano. Yarumal, el pueblo donde crecí, también alimentó mi carrera. Cristina zanahoria transcurre en un pueblo donde la neblina no permite ver ni la cuchara.

Una suma de autores y asuntos personales –de no muy grata recordación- me fueron
llevando a la escritura. No tuve a mi padre desde muy pequeño [así que] llenaba mis soledades con la lectura.

EM: ¿Adquirió alguna disciplina para la escritura?

AE: Escribo desde las 7 de la mañana, después de dejar a mi hija Juana en el bus [escolar], hasta el mediodía. Tengo esa autodisciplina que en nada riñe con mi forma de ser.

EM: Las tecnologías han arrastrado la literatura al mundo digital. ¿Qué opina del libro
electrónico?

AE: Todos mis libros son impresos, seguramente las editoriales van a ir incluyéndolos en e-books. Es la tendencia, vamos hacia allá, aspiremos a que queden muchos años en que se impriman. Soy un enamorado de la tinta y del papel. Para leer no hay nada más mágico que un libro y nada más impersonal que una tableta o cualquier otro dispositivo electrónico, pero si vamos hacia allá tendremos que acondicionarnos a esas plataformas.

EM: ¿Qué van a encontrar próximamente sus lectores?

AE: Editorial Norma publica este año Pegote, una novela que va a estremecer las conciencias tranquilas. Es la historia de un niño que es abusado sexualmente. Es contada para que los pequeños reflexionen sobre este tema: un niño cuenta su propia historia a través de unos muñecos, es una aventura fantástica que en el fondo narra esa angustia, pero que va a servir de herramienta cuando los niños se encuentren en su camino con ciertos depredadores.

La otra historia -que va a salir publicada por Panamericana- es El día que las vacas desaparecieron de la faz de la tierra, un relato futurista, unos 100 o 150 años después de los que estamos viviendo. La polución es extrema y los humanos terminamos persiguiéndolas [a las vacas] porque sus gases generan el efecto invernadero, hasta que queda una sola vaca en el mundo y un muchacho trata de salvarla enviándola al espacio.

En 2014 Alfaguara presentará El fotógrafo de cristales. Es una novela realista. Al protagonista le secuestran a su hermana, se hace amigo de unos pandilleros y entra en un mundo que desconoce, el de la cultura hip – hop.

Trabajo otros proyectos para que sean publicados en el 2015 y 2016. Estoy regresando a los cuentos y creando poesía para los más pequeños. Soy muy feliz con el trabajo para los niños.

[alert type=»yellow»]Si desea saber más sobre Albeiro Echavarría y su obra, puede visitar el sitio Web del escritor www.albeiroechavarria.com[/alert]

Julia Beatriz Gutiérrez

Julia Gutiérrezes periodista y ha ejercido en radio, medios escritos y televisión en Colombia. Durante dos décadas estuvo al frente de oficinas de prensa de entidades públicas. Ha estado a cargo de la imagen de personajes y eventos nacionales e internacionales. Es correctora de textos.